Con los sentidos percibimos y en nuestra mente, sin darnos
cuenta, surge una valoración, me gusta, no me gusta o me es indiferente. Si me
gusta lo quiero, surge el deseo, si no me gusta lo rechazo, aparece la
aversión. Es un proceso automático en el que hay poca o ninguna conciencia.
Pero, qué pasa si lo que quiero no es bueno para mí, o al contrario, si lo que
rechazo me es necesario. Discernir la conveniencia de seguir esa forma de
establecer preferencias o ponerle conciencia no es tarea fácil. En la ciencia
del yoga se incluyen estos dos mecanismos como dos de las causas de las
aflicciones mentales. Con la práctica del yoga nos ponemos a la tarea de
potenciar la capacidad de discernir, en otras palabras, se cultiva la virtud de
saber escuchar el verdadero sentido de lo que acontece. Eso que se dice de
poner corazón en nuestra mente.
Om Shanti.
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