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viernes, 3 de julio de 2020

LA GOTA Y EL MAR



Cómo describir un rapto místico sino con poesía.
De qué otra forma la descripción del trance no dejaría de ser mera superchería.
Hablamos sobre algo que muchos no hemos experimentado todavía,
pero condicionados por nuestras lecturas o por lo escuchado de los que sí dicen haberse sumergido en esas esferas celestes,
parece que podemos entrever en qué elevaciones el éxtasis se construye.
Más si lo experimentado es inefable,
por sutil, por divino, por indecible, por inenarrable,
cómo poder transmitir, lo que esta velado,
para ser compartido y solo puede ser experimentado.
Qué juego es este,
del que siente necesidad de compartir
lo que no puede ser transmitido sin perder la esencia de lo que es.
Seguramente el amor a la hermandad, a la fraternidad humana,
guía esta misión imposible, compartir la ambrosía,
la delicia del arrobamiento,
Así, el que ha viajado a las lejanas dimensiones del centro de sí,
tan cerca y tan lejos, desea compartir, y comparte,
tal como la gota de agua que al fin se siente océano,
desea que todas las gotas del mar, sin dejar de serlo,
experimenten por si mismas, la grandiosidad del Océano Infinito
del Ser, de la Conciencia y del Amor.