La confusión es una realidad demasiado común en nuestros tiempos. Hay tanta información disponible, tantos estímulos nos asaltan continuamente que permanecer centrados parece tarea imposible. De hecho, nos hemos convertido en nuestros propios contaminadores. De la mano de las redes sociales y demás aplicaciones móviles el asalto es continuo. Cómo hallar el centro en este mar de turbulencias interminables. Detrás de las nubes siempre está el cielo limpio y claro. El Sol y la Luna hacen sus recorridos también cuando están tapados a nuestra vista por las nubes. Las nubes son la confusión, algo que está tan cerca y tan insignificante, tapando lo que es inmenso e inmutable y siempre está detrás, presencia permanente e inalterable. Así en nuestras vidas. Las nubes de la confusión alimentadas por innumerables estímulos anodinos y realmente carentes de interés, nos ocultan de la verdadera razón de vivir. Toda vida tiene un Sol que la guía, un propósito entorno al cual gira todo lo demás. ¿Entorno a qué gira tu vida? ¿Has elegido el centro de gravedad de tu vida? ¿Lo reconoces, sabes cuál es?
Podemos encontrar nuevas maneras de vernos y mirar el mundo.
Así como el viento ha traído las nubes de la confusión a tu vida, también el
mismo viento puede arrastrarlas y limpiar tu campo de visión para ver más allá.
Ahora bien, si el viento que trajo la
oscuridad y confusión a tu vida era de carácter inconsciente y oculto, el
viento que te va a aportar claridad ahora está alimentado por la consciencia y
la verdad.
Las grandes corporaciones que manejan las redes sociales y
medios de comunicación y entretenimiento, la punta de lanza de la cultura
dominante, están muy bien asesoradas por psicólogos y sociólogos que estudian
la manera más eficiente de condicionar y manipular a su público, a ti y a mi, a
todos nosotros, para que consumamos sus contenidos de forma constante.
Obviamente no tienen en consideración nuestra salud mental y emocional, ni
siquiera han pedido permiso para hacerlo. No nos consideran agentes libres, nos
usan para sus propios fines. Esto debe parar.
De otra parte, existen tradiciones y escuelas de
conocimiento ancestrales y originarias, que vienen del origen de los tiempos,
cuya finalidad es aportar conciencia y dotar de libertad y compasión a los seres
humanos. Su trabajo es siempre con las cartas boca arriba, exigen esfuerzo
consciente, no prometen más que trabajo y trabajo. Sus realizaciones más altas
aparecen cuando no se buscan. Y nos explican que lo importante es la práctica
en el aquí y ahora, la práctica consciente y que no espera resultado. La
práctica por la práctica. Estas tradiciones no prometen nada, pero te ayudan a
conseguir que las nubes de la confusión se disipen y puedas ver más allá y
conectar con lo que siempre ha estado, está y estará. Y una vez que eres
consciente del Sol sobre el que gira tu vida ¿te dejarás engañar?
No es fácil, hay trabajo duro. La práctica te pondrá en
contacto con la fuente interna de tu dolor y sufrimiento, si te falta coraje
volverás a caer en las redes de la inconsciencia y de la confusión. Te pasará
como a Nasrudin, que una noche estaba buscando algo por el suelo debajo de una
farola y llegó un amigo, le preguntó: ¿qué buscas Nasrudin? La llave de mi casa
que la perdí. Cuando llevaban un tiempo buscando debajo de una farola, el amigo volvió a preguntar:
Vaya no aparece, ¿aquí la perdiste? Y Nasrudin contesta, señalando hacia un
rincón oscuro, allí la perdí, pero busco aquí porque allí no hay luz para buscar... Ese es el peligro, creer que, con otro
artículo de consumo, con otro viaje, que viendo otra serie se va a disipar el
vacío interior. Creer que haciendo lo mismo va a aparecer la solución. En el
nivel del problema sólo existe el problema. La solución procede de un lugar
diferente, ello exige cambiar la perspectiva, cambiar el horizonte, salir de la
zona de confort y transitar por caminos que inicialmente son incómodos, pero
que al tiempo nos van a permitir generar la solución en el nivel en que ello es
posible.
