"El cambio se produce cuando uno
se convierte en lo que es,
no cuando trata de convertirse en lo que no es"
A.R. Beisser
En
palabras del Maestro Marcelli, Yoga (es
decir, la unión) es la experiencia
profunda de uno mismo. Esta experiencia de uno mismo es la individualidad,
la exclusividad, en una forma de expresión única del Ser. Ser que una vez
descubierto, nos dicen, implica la Unidad de esa Diversidad. Una misma meta,
alcanzada por infinitos caminos individuales. Algunos han llegado a esta
experiencia profunda de sí mismo y han establecido por si mismos o mediante sus
discípulos una línea o un método que a ellos les sirvió. El camino que sigue un
Maestro es muy respetable, pues nos indica que entre la situación actual y lo
que pueda haber más allá, hay un camino y una esperanza de ser recorrido. Pero
cada uno de nosotros ha de caminar su propio camino. Y un camino empieza en
donde estoy. En donde estoy realmente, no en donde creo estar o en donde me
gustaría estar. La percepción del sí mismo implica desnudarme de todo lo que
pueda ser especulativo o deseado desde mi mente. La imitación no tiene por qué
funcionar. Hemos de encontrar nuestro propio camino. Las referencias de otros
nos ayudan a testar nuestras capacidades y nos afinan para ir descubriendo nuestra
propia partitura.
El mundo nos muestra lo que somos
mediante la consideración de tal como un espejo que refleja aquello que soy.
Para algunos, la mayoría quizás, el mundo es un lugar en el que acontecen
situaciones de tres tipos, las que me agradan, las que me desagradan y las que
aparentemente no me afectan. Así, puedo justificar mis estados internos en base
a lo que pasa fuera, bien si fuera está bien, mal si fuera está mal. Pero aquí
hay que aplicar una inversión del pensamiento. Si estoy desequilibrado, el
mundo, como espejo que es, me devuelve reflejada la imagen del desequilibrio
que siento en mí, e igualmente ocurre con lo que siento como bueno y favorable.
Así que según esto el mundo es mi creación mental, y para cambiar el mundo,
para sanar el mundo, no es la acción en el mundo sino la acción en mi propia
mente lo que es determinante. No digo que no haya que actuar en el mundo,
ayudando a quien lo necesita, por ejemplo, sino que la acción en el mundo ha de
ser desde la convicción de que esa necesidad que veo fuera está primeramente en
mí, y que ayudando fuera me ayudo a mí mismo. El Dalai Lama, en alguna ocasión
dijo algo así como que una de las muestras más grandes de egoísmo es ser
generoso, pues el que da a los demás no deja de recibir.
Entonces, mi práctica de yoga
empieza por reconocer en donde estoy. Conocer lo que mi cuerpo expresa, ver mis
bloqueos, mis fortalezas y debilidades. Y para ello inicialmente lo que se hace
es únicamente observar. Asana, la postura yóguica, es un arquetipo. Expresa un
ideal espiritual desde la dimensión del cuerpo físico. Así que mi distancia
espiritual respecto del arquetipo puede ser puesta de manifiesto en la
distancia entre lo que mi postura expresa y lo que el arquetipo propone.
Realmente lo que el arquetipo, la postura, propone es algo que en mi
experiencia va cambiando a medida que avanzo en mi práctica, repitiendo la
ejecución. Inicialmente me encuentro con las dificultades físicas y el tratar
de enfrentarlas me va a mostrar lo que pasa en el campo emocional y en el plano
mental. El asana como arquetipo universal es vivenciado en mi práctica
individualmente como un experimento, como una situación de conflicto en la que,
a modo de espejo, me refleja el cómo estoy en mi vida. Es fundamental realizar
la práctica con una atención presente en el ahora en todo momento, de modo que
podamos evitar o al menos identificar las intromisiones mentales, los
automatismos, patrones y estructuras mentales que de forma insistente invaden
nuestra experiencia del ahora. Todo aquello que nos quita de experimentar el
ahora es una muestra de la neurosis que llevamos con nosotros. Así, mediante
los llamados mecanismos neuróticos nos dedicamos a ver el mundo como
espectáculo en vez de como el espejo que es.
Tres son los elementos que podemos
usar para centrar nuestra atención y desde esa concentración ser capaces de
detectar las intromisiones de las interrupciones mentales. La observación del
cuerpo, la observación de la respiración y la observación de un punto de
atención mental.
En nuestra práctica de asana el
cuerpo nos da información de inmediato. Aquí estira, allí comprime, esta cadena
muscular se activa, aquella se estira. El arquetipo nos propone de forma clara
la acción musculo esquelética ideal, y nuestra experiencia nos informa de lo
que realmente existe. La cadena muscular está contracturada y no se estira, en
aquella otra no tengo fuerza y no puedo sostenerme, etcétera. Con atención
sostenida y presente llegará un momento en el que conocerás tu cuerpo y que
aquello que es capaz, así como la intensidad y ritmos que a ti te van a ir bien
para tu avance (individual, único). Lo mismo podemos decir de la respiración.
Existe una capacidad pulmonar teórica y luego está lo que realmente puedes
solicitar de tu respiración dada la disponibilidad de la musculatura implicada.
Aquí los bloqueos que indicábamos a nivel general para el asana se
particularizan en la respiración, e igualmente en primer lugar reconoceremos en
dónde estamos y de qué manera y a qué ritmo podemos ir cambiando y ampliando
nuestra capacidad respiratoria.
Cuando hayamos asentado en qué
estamos a nivel corporal y respiratorio comenzaremos un avance hacia un yoga de
mayor eficacia en cuanto a nuestro propósito (experiencia profunda de mí
mismo). Cuando el cuerpo y la respiración empiezan a estar en su lugar sano y
vital, profundizaremos en el entrenamiento mental mediante la concentración en
un punto de atención mental. Los puntos a observar son aquellos que en cada asana
me indican un trabajo energético, relacionado con la anatomía sutil del yoga,
que centramos en la observación de los chakras principales. Los chakras siguen
siendo a efectos de esta disertación una forma de arquetipo. Cada uno
representa áreas de nuestra naturaleza, tanto la obvia (física, emocional y mental)
como la sutil (espiritual y planos del Ser). Considerando que la energía sigue
a la atención, cuando nuestra atención se centra en un chakra en concreto
estaremos llevando nuestra energía a ese lugar para que en él actué y potencie
lo que pueda ser potenciado o deshaga lo que deba ser deshecho. Así que a la
vez que nuestra atención se centra en el punto correspondiente, a la vez que el
trabajo energético se produce, nuestra mente se centra y se calma y llegado el
caso la aparición de las distracciones se hará manifiesta y evidente. En estos
casos, como siempre que algo nos arrastre del momento presente, la indicación
es clara, anotar qué es lo que nos ha distraído y volver al punto de atención
mental. Con la acumulación de práctica seremos capaces de hacernos un mapa de nuestras
distracciones y llegará un momento en que en nuestras meditaciones le demos uso
a lo descubierto.
Y de todo lo que se ha dicho
¿Cuál es la clave? La práctica, practicar es lo fundamental, sin práctica no
hay experiencia, sin vivir la experiencia de asana, sin vivir el conflicto o la
crisis que nos propone el asana, no vendrá la conciencia de qué soy y hacia
dónde voy. Se ha dicho: un gramo de práctica es más necesario que un kilo de
teoría. Pero la práctica no va sola. Tradicionalmente en yoga se informa que
esta práctica ha de ir acompañada de otra herramienta: el desapego. No esperes
obtener gran cosa de tu práctica si tu intención no está clara. Que tu práctica
sea libre de expectativas, de metas o deseos. Los avances verdaderos y
permanentes son imperceptibles. Lo que se obtiene rápido, rápido puede
perderse. El avance esencial es el micro-avance que se va consolidando poco a
poco y que una vez conquistado permanece en ti. De un día para otro es fácil no
notar nada llamativo. Y así, por ejemplo, durante un año en tu día a día nada
excepcional está pasando, sin embargo, pasado un año miras atrás y comparas y
el cambio se ha producido en ti. Has cambiado por ser lo que eres, momento a
momento, día a día, pues lo único que es permanente es el cambio. Únicamente no
cambia (no evoluciona) lo que se repite de forma neurótica (automática e inconscientemente). La elección es algo personal.
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